Cuando
diagnostican a nuestro hijo de problema de atención e hiperactividad es normal
que se nos venga el mundo encima y estemos abrumados ante tanta información,
pruebas médicas, especialistas, medicamentos… Se nos viene grande y pensamos
que todo debe estar en manos de especialistas . Esto no es así. Los padres y el entorno familiar juegan una
importante labor, y son fundamentales en la evolución del trastorno.
Aceptar y conocer el trastorno. Es el
pilar fundamental para abordar el problema Puede ser muy complicado, pero lo
más difícil esta hecho, porque se ha
encontrado el problema, y podemos trabajarlo para darle remedio..
Debemos distinguir persona de conducta, cuando les hagamos una crítica, esta debe ir dirigida a su conducta. Por ejemplo, le diremos: “tu cuarto está desordenado”, en vez de “Eres un desordenado”. Es necesario reforzar su autoestima porque son niños en los que la percepción del entorno puede haber sido muy negativa y tienen una muy baja motivación.
Organización, organización y más organización…
Empezando por su cuarto, sus
pertenencias, su mesa. Fomentar la
organización en su día a día comenzando por la habitación ayudará a nuestro
hijo en su déficit de atención. Es fundamental que nuestro hijo cuente con una
planificación diaria para ayudar a la organización tan importante impulsando a
su vez una rutina beneficiosa para él.
La rutina
Debemos planificar todas las
actividades rutinarias: desayunar, cepillarse los dientes, ponerse la ropa del
colegio… Todo ello dividido en pasos y recompensando al niño por cada objetivo
logrado.
Contacto continuo entre familia y colegio.
La coordinación y la intervención en ambos ámbitos será la mejor herramienta
para paliar las dificultades que se irán encontrando a lo largo de su vida
escolar.
Órdenes más efectivas...
Las órdenes deben ser simples,
concretas y directas. Solamente una orden cada vez. A ser posible con contacto visual o físico
para asegurar que nos ha oido. El tono de voz deber ser firme, ni agresivo ni
blando. Reducir las distracciones, ruidos, televisión..Para saber que ha
entendido las órdenes tenemos que intentar que el niño repita las instrucciones
que le hemos dado.
Pautas orientadas a mejorar el comportamiento
A ser posible nos basaremos en los
reforzadores. Un reforzador es un reconocimiento o premio que aumenta la
probabilidad de que una determinada conducta se repita en el futuro. Tiene que
ser inmediato y con capacidad de motivación (hay que echarle imaginación). Los
tipos de reforzadores pueden ser materiales pero es mejor centrarse en los reforzadores
sociales, los abrazos, las verbalizaciones positivas y las actividades (limpiar
el coche, ir al cine, etc.).
Debemos tener en cuenta que en
ausencia de atención positiva, para un niño es más reforzante una atención
negativa que la extinción. Por lo tanto cuando queramos extinguir una conducta
es mejor que la ignoremos a que la castiguemos, porque el hecho de castigar es
una atención negativa que está reforzando la aparición de esa conducta.
Hay que procurar mensajes de estímulo que induzcan a la cooperación y
evitar mensajes cargados de reproches y de comunicación negativa.
Las recompensas o castigos deben
ser lo más inmediatos posible, cuanto más inmediato mayor va a ser la
probabilidad de asociación para el niño. Los mensajes deben ser coherentes,
tanto entre el mensaje verbal y no verbal, como entre los padres y educadores,
y los diferentes días o momentos del día.
Proporcionalidad y consecuencias
La relación entre el castigo y el
refuerzo debe ser en proporción lógica con la conducta realizada. Y después
tratar de "poner el contador a cero", no castigar por acumulación,
por el desgaste de todo el día. Y también es importante centrar la atención en
conductas positivas para reforzar un rol diferente.
Al margen de las consecuencias que podemos dar como reforzadores o castigos existen las consecuencias naturales que son los resultados de la propia conducta, Es decir, dejar que las consecuencias pasen y que el niño sea consciente de ellas y de sus actos. . Por ejemplo, si se le olvida el libro no ir corriendo los padres a buscarlo o a hacer fotocopias del libro de otro niño, sino que vaya sin libro al colegio unos días y vea las consecuencias...
Condicionamiento negativo
Hay sesgo interpretacional en la
relación entre las personas que se relacionan con un niño con TDHA y el niño.
Son niños que se perciben como más disruptivos y condicionan nuestra forma de
reaccionar. Reaccionamos de forma más desproporcionada ante determinadas
conductas negativas que lo que haríamos con otro niño. De manera que el castigo
es más severo, y retroalimentamos al niño en su rol negativo y al padre o
profesor en que tienen un niño disruptivo, y el niño se instaura en ese rol
aumentando la probabilidad de que esa conducta negativa se perpetue. La
respuesta del entorno condiciona la respuesta del niño.
Paciencia, adaptación y más paciencia…
Hay que ser conscientes de las
limitaciones relativas que implica este trastorno. No podemos exigirle igual
que al resto de los niños.
Hay que aceptarle tal y como es.
Muchas veces pretendemos que realicen las cosas como a nosotros nos gustarían
pero que por su forma de ser o por sus limitaciones nunca llegará a conseguir,
y tendremos que tratar de adaptarnos y ser más flexibles para que lo cumplan.
Neurólogo